Un sarcoma es un tipo de cáncer que se origina en los tejidos del cuerpo, como los músculos o los huesos. Así pues, los sarcomas se diferencian principalmente según del punto en el que se originen, y se clasifican en dos grandes grupos: sarcomas de tejidos óseos y sarcomas de tejidos blandos.
Sarcomas de tejidos óseos
Estos tienen su origen en el tejido conjuntivo, que es el conjunto de células que forman la estructura del cuerpo humano. Existen diferentes tipos de sarcomas óseos: osteosarcoma, condrosarcoma, sarcoma de Ewing y otros sarcomas. Este tipo de tumor afecta en especial a niños y adolescentes, así como a las personas mayores de 65 años.
Sarcomas de tejidos blandos
Estos sarcomas afectan a los tejidos adiposos, musculosos, nerviosos y fibrosos, así como a los vasos sanguíneos. La mayoría se originan en brazos y piernas, aunque también pueden aparecer en la cabeza, tronco u órganos internos, entre otros.
¿Cómo se detectan los sarcomas de tejidos blandos?
Normalmente el paciente detecta la aparición de una masa que ha crecido en algún punto de su cuerpo, aunque en ocasiones no venga acompañada de dolor. Algunos de los principales síntomas para la detección de estos sarcomas son:
- Aparición de una protuberancia creciente.
- Dolor abdominal cada vez más intenso.
¿Cómo se diagnostica un sarcoma de tejidos blandos?
El médico tendrá en cuenta el historial médico del paciente, para conocer los factores de riesgo. Asimismo, en cuanto a pruebas diagnósticas, se realizará un estudio por imágenes, que puede ser una radiografía común, una tomografía computarizada, una resonancia magnética nuclear (siendo esta la más precisa en esta enfermedad) o una ecografía, entre otras. Es necesario que el médico especialista le realice una biopsia para conocer la naturaleza de la masa.
¿Cómo se trata un sarcoma de tejidos blandos?
La cirugía es el tratamiento principal de los sarcomas de tejidos blandos cuando se encuentran localizados. La extirpación quirúrgica consiste en extraer el tumor sin romperlo con un margen de tejido sano lo suficientemente amplio a su alrededor con el fin de disminuir el riesgo de recaída. Por esto, ponerse en manos de cirujanos expertos en este tipo de tumor es fundamental para garantizar el éxito de la operación.
Además, en algunos casos se complementa el tratamiento quirúrgico con radioterapia y/o quimioterapia.
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